Ya están aquí los días estivales, en los
que invariablemente desde hace muchos años los salmerones -y todos
aquellos que nos visitan por estas fechas- celebramos con familiares y amigos
nuestra puntual cita con las fiestas patronales de Santiago Apóstol. Y son estos días, con el orgullo feliz de
todos los que nos sentimos de Sama de Langreo, en que lo haremos aún más si
cabe de enhorabuena, porque el ya centenario Parque Dorado, el centro de la
fiesta, el espacio verde y libre en el que jugamos, paseamos y disfrutamos
desde niños, nuestro parque, ya es oficialmente Jardín Histórico del Patrimonio
Cultural de Asturias.
Orgullo, emoción, nostalgia y miles de
recuerdos de ya medio siglo en que el Parque Dorado es parte de mi vida y de mi
amor por Sama. Las calles, las veredas y los rincones de ese parque que me vieron
crecer y descubrir la vida, a las que siempre sueño con regresar hasta desde
los más remotos y hermosos lugares a los que me llevan mi trabajo y mi vocación
viajera…
Así es que, por primera vez durante estas
fiestas de Santiago, caminaremos, bailaremos y reiremos al calor de la sidra,
hollando con nuestros pasos un espacio que es historia mineral, vegetal y sobre
todo humana de las gentes de Sama, pero que ya forma parte también de pleno
derecho de lo más destacado de la historia y la cultura asturiana.
Pero desde ahora debemos hacerlo con
responsabilidad ciudadana, pues la distinción como "Patrimonio Cultural" del
Parque Dorado también conlleva su protección y cuidado, el necesario respeto
por el entorno, su vegetación, sus edificios y esculturas, su larga historia desde
las primeras y convulsas décadas del siglo XX hasta nuestros tiempos.
Declaración como Jardín Histórico
La Ley del Principado de Asturias 1/2001, de Patrimonio Cultural
define los jardines históricos como los
espacios resultantes de la ordenación por la intervención humana de elementos
naturales, eventualmente complementados con edificaciones o estructuras de
arquitectura o de ingeniería.
Prosaica definición, pues preferiremos la
del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos
(ICOMOS), que afirmó en 1982 que un jardín histórico es una composición
arquitectónica y vegetal que, desde el punto de vista de la historia del arte,
tiene un interés público y, esencialmente, es una composición de arquitectura
cuyo material es esencialmente vegetal y, por lo tanto, vivo, perecedero y
renovable.
En definitiva, un espacio verde en el que confluyen
un origen o pasado histórico, del que son reflejo sus estructuras de fábrica,
con unos valores estéticos, botánicos y paisajísticos de especial relevancia para su protección como bien cultural.
Entre los otros espacios verdes asturianos
que han obtenido la distinción de Patrimonio Cultural como el Parque Dorado, encontramos
magníficos ejemplos de arquitectura y paisajismo socioecológico urbano creados
con el ensanche y modernización de nuestras ciudades (Parque del Campo de San
Francisco en Oviedo, Parques del Muelle de Avilés, Parque de Isabel la Católica
en Gijón) y espectaculares jardines de la nobleza, los indianos y
la burguesía industrial asturiana que sobrevivieron a los tiempos de esplendor:
los más conocidos son los Jardines del Palacio de Ferrera de Avilés, Jardines
de la Fundación Selgas-Fagalde en El Pito-Cudillero, Jardines de la
Fundación Evaristo Valle en Somió, Jardín de La Isla –hoy parte del
Jardín Botánico de Gijón-, Jardines de la quinta Guadalupe de Colombres –que alberga la sede de la Fundación Archivo de Indianos-...
Arquitectura, botánica, arte y vida en
armonía.
El Parque Dorado
Corazón y alma verde de Sama desde los
albores del siglo XX, es uno de los parques públicos más extensos y hermosos de
Asturias, con sus casi 28.000 m2.
El parque fue construido con el impulso
del entonces Alcalde D. Antonio María Dorado (1890-1902), quien contrató a D. Manuel del Busto como arquitecto municipal,
encargándole la misión de dirigir las obras sobre terrenos aluviales del
Nalón.
La idea de construir el parque surge tanto
de la necesidad de defender a la población de las fuertes avenidas y frecuentes
desbordamientos del río Nalón (intensificadas tras los cambios que sufrió su
cauce en el XIX por las explotaciones mineras e industriales), como de la
oportunidad de dotar de un espacio de paseo, recreo y esparcimiento a la pujante
villa burguesa y comercial que se urbanizaba por entonces.
Los terrenos en la margen izquierda del
río Nalón se rellenaron inicialmente con estériles y escombros de las minas
cercanas, cubriéndose la capa superior con tierra vegetal, de moliéndose
algunas viejas construcciones aledañas.
El Parque, de planta rectangular que sigue
el curso del río, tiene un estilo entre romántico y clásico, con influencias
industriales propias de su época de origen y expansión. Su edificio más destacado
es el Quiosco de la Música (1906, obra también atribuida a Manuel del Busto).
Paseando por su amplia calle central y sus
zonas ajardinadas, entre árboles ya centenarios, descubriremos la bella Fuente
de la Samaritana, el Estanque de los Patos, pisaremos el lugar donde estaba
hasta hace unos años el Estanque de los Peces…
Y nos podremos detener a admirar sus
valiosas esculturas, bustos de próceres langreanos, y las que son verdaderos
símbolos de Sama, como la que aún permanece incólume de lo que fue el Monumento
al Trabajo, erigido al esfuerzo y al sacrificio de las gentes
que cayeron en la mina y la siderurgia, o el Monumento a Luis Adaro, “La
Carbonera”, entrañable símbolo de nuestra historia minera.
Y qué decir de su espléndida vegetación
arbórea y herbácea, de su valor botánico y ecológico, de sus secretos e
historias salmeronas…, pero de ello seguiremos escribiendo... (continuará).
- Jorge Vallina Crespo (Sama,1968)
En recuerdo a mis abuelos, Pedro y Celsa, patrimonio humano de la historia de Sama,
que tantos días pasearon felices por el Parque Dorado...