De regreso de ese confín tan cercano del mundo, aún con las huellas en los zapatos de las veredas del microcentro, el bife de lomo, un encuentro en la Boca, el recorrido y el límite de calles ya transitadas, el humor interminable, el paisaje posmoderno de Puerto Madero, ese instante tonto que uno tiene a la vera de 9 de julio...
Mi ciudad, no la quise ni la nací, pero te leí y te vivo, extraña cosa ésta de querer regresar no más volver...
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